*Sabes princesa...no creo que seas tan mala como dicen por ahí.
-Gracias, gracias por confiar en mí sin conocerme absolutamente de nada
*Aunque no logro endenderte, no entiendo nada...Eres demasiado dificil, si escucharas a los demás y te dejases llevar todo sería mucho más sencillo.
-¿Y si no sé como hacerlo?
*¿Cómo? ¡Eso es imposible!
-No, no es imposible, no....no...no, yo no sé que tengo que hacer.
*Princesar deja de decir tonterías.
-No son tonterías pequeño, simplemente parece que en este país todo el mundo llega con un manual de instrucciones y yo nos é donde he puesto el mio, no lo encuentro, no sé donde está...
*¡No existe ningún manual!
-¡Si que existe!
*¡No! ¡no existe, yo no tengo ninguno!
Y mientras la excéntrica princesita estúpida discutía con el niño, éste se fue desvaneciendo poco a poco, y lo que hace tan solo unos minutos era un niño de carne y hueso, ya no era nada. La princesa se encontraba hablando cara a cara con su reflejo en ese espejo que la lleva acompañando desde que tiene uso de razón...
Una vez más, el "sr. miedo", había jugado con los sentimientos de la princesa creando a un ser inocente y adorable que confiase en ella, y al igual que la última vez, resultó ser mentira...
Si alguién se preguntaba, durante todo este tiempo, donde se encontraba la princesita, lloraba en su almohada de raso negro, pues ese niño nunca había existido...
Hoy, hoy ha tenido que dejar de llorar, pues la almohada se encontraba tan empapada en sales de arrepentimiento que, se ha tenido que levantar a tenderla bajo un rayito de esperanza de luna, pues hace tiempo, que en aquel país, ya no brilla el sol.
[algún día seguirá...]
Las princesas siempre acaban por reinar. A veces, dan con el príncipe equivocado. Si el mismo que se cambió de cuento
ResponderEliminarcomo que usted?y ocupado?? si vy a tus tierras no estaré ocupado!!claro que uncafe, seguido de cervezas!!!
ResponderEliminarhablar al espejo...
ResponderEliminar...mirarse al espejo y hablarse....
sano, sano, siempre sano.
Aunque llore, cada lágrima es un paso hacia la libertad.
La libertad empieza por mirarse al espejo y no cerrar los ojos jamás.
El miedo es el peor enemigo de las princesas. Pero al igual que ellas, tampoco tienen manual de instrucciones.
ResponderEliminarel señor miedo no es tan frío como parece, aunque solo con el tiempo se alejará. Para muchas cosas es mejor tenerlo cerca...
ResponderEliminarA lo lejos, sobre el cerro, la silueta estilizada de aquella armadura, cargada a lomos de aquel corcel, casi era familiar en aquella estampa absurda, casi faltaba hacía tiempo. Se perfiló camino a la torre, las piedras bajo las herraduras sonreían en aquel
ResponderEliminarloco mundo que veía pasar a miles de invenciones imaginarias de carne y hueso, de hueso solo, carnales únicamente, embellecidas con pieles
sedosas, multicolores, grisáceas muchas de ellas. De nuevo llegaba el Caballero de la Triste Figura a los pies de la torre creyendo oír, a través del ventanuco más alto, sollozos de una voz pasada y cansada. Levantando su siempre cabizbaja cabeza gritó la sombra al cielo:
"Si te dejas llevar, si sigues la corriente, si abandonas tu locura, te estarás abandonando a tí misma. ¿Quieres realmente eso?"
Bajó la cabeza la sombra y se miró la mano que retiraba de su propio costado. "No es sangre", pensó. "Hace tiempo que, según dicen, no corre por mi corazón. Será otra estupidez psicosomática".
Descabalgó de su estilizado corcel gris y alcanzó, liada en una jarapa negra que había sobre los traseros, una almohada.
La posó sobre el pórtico. Se sentó a descansar. Apenas lo hizo, se levantó, y cogió de nuevo la vereda camino a los bosques, se preparaba para desaparecer de nuevo, de allí de donde nunca debió salir.
De su locura.