Dicen que cuando revisas tu cuerpo y no lloras por las heridas pasadas, has crecido y aprendido la lección. No he llorado, ni siquiera me he quejado cuando una de mis peores pesadillas me asaltó en mitad de la noche. He sido capaz de mirar con nostalgia cada rozadura y eso me ha hecho más fuerte.
Quizás no he aprendido la lección, sino formado parte de ella y, aunque por momentos me sienta ruin, sé que mereció la pena.
Seguiré contando cuentos de sirenas que no perdieron la voz, de princesas que saltaron de su torre o de brujas cuyo mensaje único en el mundo era transmitir que "no es lo que parece", pero me retiraré de escena para dejar los protagonismos a verdaderas inocentes encerradas en cárceles de oro, porque yo ya soy libre. Gracias.
Ojalá libertad sea sinónimo de felicidad. Quiero copiarte tu primer párrafo para mi blog, y ponerle una foto bonita, un desnudo de esos guapos que suelo publicar; porque me siento muy identificado con ese texto, aunque la lección no la he termino de asimilar, por muy aprendida que la tenga.
ResponderEliminarUn beso muy grande... quiero verte sonreir!!!
Tus cuentos para nuestros dulces sueños.
ResponderEliminarAhora no me será tan difícil irme a dormir.
Por Dios, no dejes nunca de hacerlo....
ResponderEliminarBesados enormes
Realmente deberías contar cuentos... creo que harías más felíz a este mundo.
ResponderEliminarSaludos de distancia.
H.