Tenía hambre, y saber que no le daría tiempo a comer por la enorme ruta, la sacaba de sus baldosas. Después de los saltitos llegó la calma y, apoyada contra el cristal de la parada, dejó que su mirada se fundiese en la carretera buscando una salida a casa.
- Ella dice que lo intente sin ticket, que hay algunos conductores simpáticos y que seguro que no me lo tiene en cuenta.
Reaccionó al sentirlo tras de si. Había dejado a su diva hablando sola y, con su reservada mirada, buscaba palabras en los labios de ella. Labios hastiados, fatigados ... mal cosidos.
- Si, puedes probar. - Sóno algo cortante y seca. Y aunque a los pocos segundos se dio cuenta del látigo de su sentencia, no pidió perdon. Estaba demasiado cansada -.
-Si... - Pronunciaba él, mientras se refugiaba en las necedades de gafas-grandes e intentaba borrar los dos minutos anteriores, pero sin dejar de buscarla con la mirada.
Pasaron varios minutos. Sabía que él la observaba, pero eso no consiguió sacierle el hambre. Eran las 14:17 y el autobús venía con más retraso del habitual. Rebuscó en su mochila algo pasar callar su estómago, hallando en el bolsillo del pececito colgante, una barrita energética - de esas naturales que su tía aún no se ha enseñado a preparar en casa-.
Ella notaba unos ojos clavados en la nuca que no le permitían comer con demasiada gula. Desmenuzaba, con el índice y el pulgar, trocitos de aquella dulce ambrosía para llevársela a la boca sigilosamente. Calmó parte de su apetito y guardó el resto. Aún quedaba trayecto...
Palabras ambiguas.
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ResponderEliminarCReo que ese viaje dará mucho juego ;)
ResponderEliminarBesos enormes guapa
Ojos que vigilaban. Apetito calmado, sólo a medias. Esto, amiga, tiene buena pinta. Y sólo acaba de empezar...
ResponderEliminarMe mola mucho la forma de escribir que tienes ahora :)
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