Son las 21:16
Días antes él, le confesó que sería un día inolvidable, había ingeniado el plan más absurdo para pasar una noche los dos juntos. Os preguntareis por qué un plan absurdo y no una noche romántica, la respuesta es sencilla, el romanticismo no estaba hecho para ellos.
Él le pidió una noche, ella a cambio, un plan verdaderamente disparatado. No existía nada más planificado que el desorden que ella vaticinaba para las siguientes 4 o 5 horas, aproximadamente.
Aún le quedaban 14 minutos y no sabía que hacer, así que empezó a recordar toda la semana para provocarse las ganas de verle, ya que no surgía de forma natural. Y como aquel que se ocasiona sus propios vómitos introducendo los dedos índice y corazón por la boca hasta tocar la campanilla, ella urga por el buzón de entrada de su móvil, buscando así algún hecho empírico que le tocase la fibra sensible y le hiciera sentirse, al menos, importante esa noche.
Cuando debes de "hacerte venir ganas" muchas veces pasa todo lo contrario. Ya faltan poquitos minutos, seguro que pese a todo, será una noche inolvidable...
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