Querido yo:

Siempre pensé que las lágrimas identificarían un mal día, una mala elección, mal camino. Cierto es que podemos llorar de la risa hasta el punto de perder la respiración y la calma, pero no hablo de eso, no es gracioso. Son lágrimas que te dan un toque de atención, que te piden tiempo, tiempo para ti, tiempo tuyo.

Este mundo navega a una velocidad vertiginosa y tomarse tiempo para uno mismo esta considerado... ¿pérdida del mismo?

Reviso la agenda y tengo trabajos pendientes, estudios a medio acabar, alguna que otra cena de navidad a finales de enero y un sin fin de negligencias diarias que desembocan en el cansancio y el hastío. Pero es curioso... en la agenda nunca tengo un espacio para "mi". Yo, me, mi, conmigo... Tras escribir estas líneas, se me ocurrió dedicarme un día, o una tarde... al menos unos minutos, pero ni siquiera tengo rotulador para ese tipo de tareas. Al menos me quedan las lágrimas, esas chivatas que me dan el toque de vez en cuando y me dicen que todo el tiempo será mio, que todo el tiempo será nuestro, porque la carga compartida dulcifica el llanto.