Dia rojo

Para que cargar con la pose de la faldita mona y los cafés a media tarde en el local de moda. No soporto peinarme ni las sillas de las cafetería. Para que sonreir a antiguas celebridades que adoraban tu baja estatura y tu casa de campo. Se me gastaron las palabras falsas y los besos de compromiso.

Me gusta mi pijama, aunque la parte de arriba y la de abajo no combienen. Me gusta. Adoro escribir en el suelo mientras me arde la lengua con el té que me regaló la peluquera de mi madre, porque le parecí "buena chica". No hay nada mejor que las pastillas de chocolate y trenzarme el pelo en varios sentidos para comprobar lo moldeable que puede llegar a ser.

¿Huraña? No os engañeis, estar en pijama siempre es mejor en compañía, en buena compañía. Pero no me apetece salir fuera a buscar a alguién que prefiera una peli sin anuncios a un botellón de primavera.

Tengo miedo a no encontrarlo. Tengo miedo a encontrarlo y perderlo. Y aunque siempre suene victimista, en el victimismo está mi inspiración. Como diría Marwan, "la única ventaja de que te deje tu novia cuando eres cantautor, es que sacas un disco de la leche".

Fuera está lloviendo, y el único motivo para quitarme el pijama es salir a gastar mis botas de agua.

Hoy me apetece tener miedo.