Pasea con ella

Decidió plantarse la bufanda de lana, el gorro de esquimal y la música de siempre. Y pasear, sin rumbo ni dirección, simplemente dejarse caer por las calles que a cada paso la abrazaban porque la notaban algo sola.

Comenzó subiendo la "calle de los zapatos", mientras examinaba losetas en forma de corazón malformado. Un escaparate le llamó la atención, y fijó su mirada en unos tacones rojos que nunca se pondría pero que tanto le encantaban. La dueña de la tienda la miró extrañada, pues parecía comerse los zapatos con la vista, asi que deció entrar y pedir su número. Tras probárselos y mirárselos en el espejo una y otra vez, se puso los tenis de siempre, dio las gracias y se marchó.

Llegó hasta la plaza de la constitución, todo brillaba, era navidad. Una pareja le preguntó si era tan amable de sacarles una foto en el gran árbol de la plaza. Ella asintió con una sonrisa mientras los observaba, sonrientes, queriéndose con tan solo una mirada. Cuando la muchacha se encontraba preparada para ser fotografiada por la mejor de las revistas, "su recuerdo", él le regaló una mueca extraña y ambos rompieron a carcajadas. No existe foto más natural, no existe sentimiento más hermoso.

Siguió su camino, examinando cada detalle del paseo, cada mimo, cada músico, cada pintor no reconocido aún, cada sonrisa de carrito, cada mama de medalla, cada vida...

Pensó llegar hasta la plaza de la Merced y tomarse un cafe con libros o alguno que le recordase a épocas teatreras. Pero no se sintió capaz, demasiados recuerdos en el camino supongo...

Paró en la Unibay, descansó en aquellos escalones que sirven de alivio los jueves por la noche y de lugar de reunión los sábados tarde, y se encendió un cigarro. Acto seguido, sacó un boli y una libreta, y comenzó a escribir algo.

Comenzó a escribir algo como esto...