Esta noche tenía la necesidad de sentirme sucia. No me he levantado de la arena de la playa hasta acabar tres litros y un paquete de tabaco. He buscado los culos de los vasos y me los he fundido de un tirón, como los que buscan a la prostituta de la esquina deseando ser los primeros porque el primer polvo de la noche del viernes siempre es gratis. Y como aquel que busca respuestas un domingo por la mañana he ahogato la última colilla de al menos 20 metros a la redonda. Aún tengo la sensación de seguir limpia. Ni si quiera una minúscula mota de mugre se esconde dentro de mí. He extendido los brazos y he comenzado a girar hasta besar los dientes con el suelo, y con la misma inercia, y sacado un permanente del bolsillo y he dejado escrito en el suelo "no merece la pena". Salí a correr como a quien le persigue un león furioso y de vez en cuando volvía la cabeza por si en realidad me perseguía alguien, pero solo estaba yo en la calle. Nadie. Como recurso desesperado me metí en la ducha de la playa y me revolqué entre la arena deseando verme cubierta de barro, queriendo ser tierra. Pero mientras más pringosa me encontraba más limpia me sentía. Y como a cualquier borracho que recuerda el pasado, no me preguntes por qué, se me vino a la mente Rachel Corrie y me arranqué a llorar mientras gritaba, mientras me gritaba : ¿Qué hago aquí?
Algunas veces es más difícil sentirse sucio... y algunas veces la forma más sencilla de sentirlo es gritar lo que solo en susurros te atreves a decir.
ResponderEliminarT'estimo pequeñaja ^^
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