domingo, 13 de septiembre de 2009

exprines - antiguo rey

En un principio se asustó, la manera en le que retumbaban esas palabras en todo su dormitorio la dejó traspuesta durante unos segundos, encogida y apoyada en el quicio de su puerta, el punto más alejado de la ventana pero sin llegar a salir de aquella habitación. La excéntrica princesita estúpida empezó a notar cómo un torrente de lágrimas se agolpaban intentando comenzar una estampida que no tendría final. Pero aunque la princesa sea estúpida y cobarde, aun no había existido voz capaz de intimidarla, pues nunca dejaría mostrar sus lágrimas de flaqueza. Y tragando saliva se ayudó de sus manos para ponerse en pie y buscar con su mirada perdida la voz que tanto le había asustado minutos antes...

-¿Te das cuenta? ¡No eres tangible! ¡Yo no soy tangible! ¡Te aferras en tus heridas mientras yo me escondo en mi puto torreón!

Suspiró, y calmando su voz se sentó en su ventana, comenzando a contar algo que nunca se había atrevido a decirle a nadie, con un suave tono y sin saber donde dirigir la mirada pero sí su voz, confesó...:

-Sabes...hace tiempo me llegaron noticias de que el rey de un pueblo lejano andaba herido por estos bosques, y como nunca antes había hecho, me armé de valor y salí de este antiguo torreón, en busca de su sangre, en busca de un camino que me señalara donde se encontraba...tras andar día y noche sin descanso me encontré con una vieja hechicera vecina del bosque y me confesó donde se encontraba, regalándome con ello el secreto de que se encontraba a mi espera "Corre niña - me dijo- no le queda mucho tiempo". Dudas, miedos, ginkanas de valor y otras tantas situaciones se me pasaron por la cabeza mientras yo no dejaba de correr en la dirección exacta. Pero cuando llegué, cuando llegué otra princesa se encontraba en sus brazos, suplicándole que no la dejara sola, llorándole que no se marchara. Tras observar aquello me regresé al lugar del cual no debía haber salido nunca. En el camino de vuelta me encontré a la hechizera y me contó que ellos estaban destinados a estar juntos, y que aunque yo hubiese llegado antes, no podría haberlo impedido. No estaba en mis manos...

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