A veces pensamos que lo sabemos todo. Creemos conocer paso a paso cada peldaño que construye la propia situación. Tenemos certeza ciega en que no dejamos ningún cabo suelto, en que nada se nos escapa.
Antes de colocarnos la soga alrededor del cuello nos gusta examinarla milímetro a milímetro, y aunque nunca nos olvidamos de nada, siempre nos falta contar con el factor sorpresa
Ese toque que añade el conocido "destino", aunque no te guste llamarlo asi o seas de los que dice que no existe, para que engañarnos, nadie puede decirlo con certeza, o al menos nadie que apueste todas sus fichas al escepticismo.
Ése puede jugar contigo a su antojo, puede dejar que te ahorque con toda la facilidad del mundo o en un ultimo momento, puede hacer aparecer un desgaste causado por el tiempo que haga romper la cuerda y no producirte más que leves rasguños en tu pierna derecha.
A mi me gustaba echarle un pulso al destino cada vez que encontraba la situación, pero por miedo o falta de experiencia, el siempre acababa gritandome: "jake mate"
El azar no para de sorprendernos, incluso hasta cuando estamos con la soga en el cuello y el verdugo esta a punto de echar el resto por nosotros...
ResponderEliminarquizás no siempre que lo grita te lo esté dando... intenta engañarte
ResponderEliminarel destino... tanto se ha escrito, tanto hemos escrito...
ResponderEliminary sólo se crean dos corrientes...
la que susurra que ya se autoescribió y la que grita que podemos reescribirlo nosotros mismos.
¿qué corriente te lleva? ¿acaso una tercera?
perdón por la ausencia