En tan sólo 5 minutos...

Te acercas, me acerco, se escapa el suspiro más largo que nuestros cuerpos han sentido nunca. Tan sólo una mirada mía te basta para comprender que la sed de mis poros solamente podrán atiborrarla tus labios, y como espejismo en dias calurosos sacias la dipsomanía que me dejaron tus palabras dias antes.

Fusionados como uno, sentimos el corazón ajeno latir a una velocidad insensata, mientras cada poro que recorre centímetro a centímetro nuestra piel, segrega, con una viveza inconfundible, hormonas en demasía.

Entre resollos, causados por las desesperación que te lleva el dominar mi cuerpo, me confiensas que fue el miedo al rechazo, el culpable de la tardanza de nuestro contacto, y te contesto con ademanes de meretriz codiciosa, que no entiendo de perdones, y que sigas palpándome mientras recuperamos el tiempo perdido.

Conseguimos parar el reloj de cuco colgado en la pared, nublar la visibilidad, e incluso olvidar las cadenas que nos ataron para no llegar hasta aquí. Apagar las mentes e ignorarlo, absolutamente todo.


De una sacudida de mi propia cabeza, despierto de esos 5 minutos que mi inconsciente me regaló, permitiendome soñar contigo un día más. Te encuentras a unos diez metros de distancia mía aproximadamente. Ruborizada, levanto la cabeza buscando encontrarme con tu mirada...

Me miras, te miro, me obsequias con un guiño que te devuelvo con una sonrisa, y cada uno sigue por su lado.

Otro día sin atreverme a decirte lo que siento.