Con mi cursilería en la mano

Y como si nada hubiese pasado proclamo a los cuatro vientos que soy feliz, que mi sonrisa brilla de nuevo y que la suerte me sonrie. No tengo nada en mi contra puesto que todo navega según la corriente establecida por los tiempo, buenos o malos, que corren. Y es que si hay algo que relamente tengo por seguro, es que la confianza en uno mismo nunca ha de perderse, por ello, aunque muchos opinen lo contrario, yo seguiré brillando con luz propia.

A dia de hoy se han perdido momentos, amigos, confianzas y recuerdos; y mantengo la ilusión y el optimismo, los falsos recuerdos, las ganas y el esfuerzo, mis propias creencias por encontrar el tesoro del barco hundido a diez mil leguas de aquí. Y aunque no me quede nada entre mis manos nunca he perdido la esperanza de volver a llenarlas de nuevas vivencias y aventuras.

Si alguien me hubiese dicho hace simplemente un año que todo iba a ser diferente, y que los objetivos marcados jamas iban a ser cumplidos, seguramente lo hubiese tachado de loco e incoherente. Ahora es cuando unicamente me lamento por no haberme escuchado antes.

Y es que tras mucho pensarlo mi única conclusión ha sido que, por mucho que lo intente, no puedo luchar contra el miedo que me caracteriza.

Como ya me dijo alguien alguna vez, no sabes si podemos cambiar el destino que nos ha sido otorgado, porque si lo cambiamos, quien nos asegura que el cambio no estaba ya fijado por el propio destino de antemano.

Por eso, la solución que se me ocurre es seguir hacia delante con una sonrisa por todo lo que vivo dia a dia y no dejarme influir por pensamientos que ni siquiera se si son reales o no. Por una mente que me pide lo que no he sido capaz de darle durante tanto tiempo. Por voces ajenas que me piden que cambien, pero que ninguna se atreve a decirme como hacerlo.

No quiero consejos ni palabras llenas de consuelo, solo pido soluciones.