Cierro los ojos y me adueño de otro mundo. Mientras Leonor Watling narra con sus pausas correspondientes la historia de mi vida, me manejo en un cine mudo y nunca antes pensé que podía decir tanto sin palabras. No eres consciente hasta que pulsan "mute" y te ves envuelta en tonos grises.
Más que una insípida lágrima, ahora notas el sabor a trizteza y melancolía.
Más que una simple sonrisa, ahora se convierte en carcajada y sinfonía.
Más que una mirada, ahora son las palabras.
Tengo la piel grisácea, tersa y bastate más suave que ayer. Me contoneo hasta la mesa que siempre tengo reservada, es la hora de mi café. Mi vestido rojo es el único que resalta en toda una película de blanco y negro, y por eso creo que todas las miradas se dirijen hacia mi, incluso las tuyas. Tu ojos, fijos en mi, no se retiran ni un instante, pero es tu perilla fuera de época la que me hace vacilar un instante.
Miro hacia atrás, y escondida entre su flequillo acorde con la década te saluda con un gesto de manos delicado. Saludo que le devuelves sin dudar tan solo un momento.
No por destacar soy el centro de atención.
Sigue sonando Marlango en mi cabeza.
Abro los ojos, el aire me susurra al odio "days are tired".
Si los ojos de la Watling pueden contarte tanto, es poque los tuyos están preparados para ver.
ResponderEliminarHermosa fantasía, hermosa línea la que la dibuja.
El vestido rojo no es lo que llama la atención sino que brillas con luz propia y eso resalta en la película.
ResponderEliminar"Más que una mirada, ahora son las palabras". Cuando eso sucede, existe el peligro de que suceda cualquier cosa. A mí personalmente me gusta.
ResponderEliminarOhh me encanta la frase de "No por destacar soy el centro de atencion"
ResponderEliminarVenga, ahora que estas en granada, a ver si eres capaz de escribir ¬¬
Si lo haces pideme lo que quieras! jajaj
algún día le volveré a poner la pestañita a la cinta, para hacerla de nuevo regrabable...
ResponderEliminar