un dia idiota

Y logré dar ese paso que tanto me costo, pero luego una se pone a evaluar la situación y te das cuenta que has metido la pata como si no existiese fondo ninguno.


Me gusta la adrenalina que supone jugarse la vida en tan solo un par de segundos. Tomar una rápida decisión, un si o un no, un ahora o nunca.



Ahora me siento como nunca antes lo habia hecho, paseo desnuda por la calle sin más ropaje que mi verguenza, y lamo las aceras mojadas por la lluvia de un frio dia de invierno. Mientras me revuelco entre charcos es la desesperación la que grita por mi aferrándose al primero que pasa por la calle, implorando tan solo una oportunidad. "Vamos a darnos otra oportunidad", palabras despreciables que no paro de repetir mientras los desconocidos extrañados se libran de mi a patadas preguntando desconcertados ¿Qué otra oportunidad si no te conozco de nada?.



Paso radicalmente de estar eufórica a evadirme en mi propio cansancio, y maldiciendo a la vida llego a mi casa arrastrandome por las escaleras porque el propio hastio me impide esperar el ascensor. Me dirigo directa al baño y me escondo en el agua de mi ducha para no poder diferenciar mis lágrimas, canto canciones odiosas de desamor, de esas que siempre me hacen cambiar de sintonia en la radio, y por primera vez logro olvidar impurezas y sentir vacía mi mente.

Tras un largo día de rarezas y excentricidades me tiro al sofá y me siento idiota observando fijamente el televisor apagado. Pero la idiocia es una enfermedad que cogí hace tiempo, y solo yo se el tratamiento para su cura, pero parece ser que me gusta estar contagiada de la tonteria, como la que me invade en este momento.