Dando vueltas en mi silla giratoria junto a la que tanto he vivido.
Salto, y me coloco justo en el centro de mi habitación, extendiendo mis brazos por el impulso de la inercia que me hace girar hasta perder totalmente el control y sentirme fuera de si.
Ahora me encuentro lamiendo las esquinas y chupando el polvo de los rincones intentando dar con el sabor amargo con el que me desperte esta mañana. Mis ojos desorbitados por la desesperación se percatan de la situación en la que me estoy, porque se han dado cuenta de cómo las ratas me señalan con sus lánguidas colas y se rien con su estúpida carcajada de lo repugnante que es mi vida. Avergonzada, corro, corro sin importarme chocar con paredes ni puertas a mi camino, perdiendo el rumbo...
Freno en mitad de una calle desierta, iluminada tan solo por un faro que consigue estar mas estropeado que tu angustiosa mirada, mi jadeante respiracion no me permite alertarme de que no se donde me encuentro. Intento recuperar el costoso aliento que tan facilmente logré perder y miro a mi alrededor...Descubro que me encuentro perdida, desorientada, extraviada, pero estoy feliz, porque ya no estoy en esa maldita habitación que me hacía anelarlo prácticamente todo, porque ya no me encuentro enmonada por el insaciable sabor de los rincones, y porque ya no escucho las risas de esas repulsivas ratas. Porque sencillamente, todo me da igual...porque con miedo o sin él, empezaré a construir una nueva vida en aquella calle desierta en la que aterrizé...
Espero que tengas un buen aterrizaje.
ResponderEliminar¡Suerte!