con sanas hierbas...peligrosas sensaciones

Tumbarte en medio de un parque privado al que sólo tienes el acceso restingido.
Sentir el cosquilleo de los cardos y los arañazos de las margaritas.
Contrastar en tu propia estantería de olores el dulce aroma de plantas secas y el hedor de tierra recien mojada, que esta siendo regada por el vecino de al lado mientras te mira sospechoso procupado por tu pertenencia de aquel lugar, otro cotilla más...
Abres los ojos, y observas como tu panza se alza y mengua al compás de tu jadeante respiración, decides jugar a contenerla y destapas la callada curiosidad que siempre habias ignorado: tu corazón tiene la sufiente fuerza como para ser notado en tu barriga sin la necesidad y el movimiento de la inhalación de aire fresco.
Vuelves a cerrar los ojos, se encuentran fatigados por la abrumadora luz solar, y vuelves a sentir sin necesidad de tus ventadas desacristaladas.
Oyes un zumbido, pero no te inmutas, no sientes miedo por una picadura, sino indiferencia.
Revolotea a tu alrededor, y el sonido de sus alas te revela que se trata de una abeja sedienta del néctar más cercano, sigues inmóvil, continuas ciego de ojos...
Por un momento crees haber conseguido dejar la mente en blanco, o no, pues no puedes recordar en que pensabas los últimos cinco minutos, magnifica sensación...

Oyes pasos...
alguien se acerca...
y no estás incomodo, pues puedes palpar la serenidad en el ambiente.